Tuve que parar en la mitad de la
escuchada de este disco para regresar a los primeros dos discos de esta banda (Is This It del 2001 y Room on Fire del 2003) y así, tratar de
recordar qué los hacía tan buenos. En Comedown Machine, da la impresión de que
el grupo neoyorquino decide optar por ese camino desafortunado en el cual
entraron bandas como The Killers:
Salta al oído que se esfuerzan demasiado para agradar a las masas, quieren
pretender seguir siendo indies, y buscan
mostrarle al mundo cómo siguen siendo “originales” al hacer experimentos con
resultados poco o nada interesantes. La implacable Pitchfork califica a este
disco como “cuando los Strokes suenan a Phoenix, cuando éstos últimos querían
sonar a los Strokes”, lo cual es muy cercano a la realidad. La pizca de
esperanza que tenía por escuchar de nuevo el sonido de canciones como Last Nite quedó archivada definitivamente
con este trabajo que resulta cansino y aburrido al cabo de los casi cuarenta
minutos que dura.
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