Existen artistas a los que se les otorga el derecho de hacer lo que les
de la gana luego de haber producido uno
varios álbumes excepcionales. También están a los que se les asigna
tácitamente una especie de responsabilidad social con la música. Madonna es uno
de estos casos: a nadie se le ocurriría discutir su liderazgo en el pop, y por
eso hay que estar pendiente de lo que esta camaleónica artista nos traiga. Sin
ser un seguidor de Madonna, cobijaba la secreta esperanza de que su nuevo disco
de una bofetada en la cara a la tendencia actual del pop actual que empieza a
desgastarse y volverse cansina. Para mi sorpresa, MDNA me decepcionó, ya que es
un disco más en el género, sin ningún agregado más que el ser de Madonna.
Incluso, podría llegar a pensarse que es un intento por robarle adeptos a Lady
Gaga, ya que se enfrasca en las fórmulas enlatadas tradicionales tan lejanas de
sus anteriores trabajos en donde ella marcaba la pauta a seguirse. Si, Madonna tiene ganado el derecho a hacer
lo que quiera, pero, ¿Será que alguien le puede recordar a Madonna que, ella
por sobre todos, no tiene que seguir la corriente?
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