27.11.12

Tempest - Bob Dylan - Columbia, 2012



Esta reseña incluye una confesión. Nunca aprecié la música de Bob Dylan, a pesar de ser considerado uno de los referentes de la música popular en inglés. Mis amigos me consideraban un descriteriado al menospreciarlo. Sin contarle a nadie, me puse a escuchar este disco y me di cuenta que me había estado perdiendo algo maravilloso. Escuchar Tempest es como estar parado frente a una catedral: Es enorme, tiene miles de detalles y uno no pude dejar de descubrir miles de texturas en sus recovecos, y al igual que las catedrales medievales, la materia prima es roca. En las manos de Dylan los acordes simples y sencillos del blues y el rock se convierten en temas conmovedores que junto a sus letras le ponen a uno la carne de gallina. Al igual que en los discos de Tom Waits o Leonard Cohen y aunque suene contradictorio, la arenosa voz de Dylan acaricia y reconforta mientras cuenta historias que usualmente vemos o sentimos de lejos. Haber ignorado a Dylan todo este tiempo me convierte en un mocoso impertinente, cosa que pienso reparar inmediatamente zambulléndome en su música. 

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